La Guerra de Sucesión Austriaca, también conocida como la Guerra del Rey Jorge, fue un conflicto que duró desde 1740 hasta 1748. El motivo de la guerra fueron las rivalidades sobre los derechos hereditarios de la Casa de Austria a la muerte de Carlos VI, el padre de la famosa Maria Teresa I.
Todo empezó cuando, antes de la muerte del emperador Carlos VI, Francia, Prusia, Rusia, Gran Bretaña y las Provincias Unidas habían garantizado que la hija de Carlos, María Teresa I, heredaría el trono del Sacro Imperio. Pero tras la muerte del emperador aparecieron otros aspirantes al trono: Carlos Alberto de Baviera y Augusto de Sajonia, hermano y antecesor en el trono imperial de Carlos VI.
María Teresa I heredó los estados patrimoniales, pero tenía escasos medios financieros y militares y no estaba preparada para una confrontación sucesoria. El caso es que ninguno de los reclamantes tenía reivindicaciones generales, pero unidos eran suficientes como para acabar con el poder de los Habsburgo.
Si el imperio de los Habsburgo hubiese formado una entidad nacional, la crisis dinástica se hubiera reducido a una cuestión austriaca exclusivamente. Pero tal imperio era una yuxtaposición de países unidos sólo por la dinastía, lo que tentaba a las potencias europeas a destruir la hegemonía que era obstáculo para sus propios intereses.
El rey de Prusia precipitó la guerra al invadir y ocupar Silesia en 1740. De un lado se encontraba la alianza formada por Baviera, Prusia, Sajonia, Francia, España (que estaba en guerra con Gran Bretaña desde 1739) y Cerdeña. Por otro lado estaba Austria, apoyada por las Provincias Unidas y Gran Bretaña.
Prusia conquistó Silesia, y los franceses, en la batalla de Fontenoy (1745), derrotaron a un ejército mixto anglo-holandés, reforzado por algunas unidades austriacas e iniciaron la conquista de los Países Bajos austriacos, que terminó con la victoria francesa en 1746.
Dos años después, el tratado de Aquisgrán puso fin a la guerra. El tratado establecía que todas las conquistas llevadas a cabo durante la misma fueran devueltas a sus dueños originales. María Teresa I conservó sus territorios (salvo Silesia, que fue cedida a Prusia). Felipe V de España, a pesar de llevar dos años muerto, consiguió los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla. El tratado devolvió Louisbourg (Canadá) a Francia y entregó Madrás (India) a los británicos.
La decisión de Austria de recuperar Silesia llevó a la Guerra de los Siete Años (1756–1763), que dio continuación al conflicto entre Francia y Gran Bretaña por sus colonias en América e India. Pero eso ya es otra historia.