Durante la primera parte del siglo XIX Viena fue el tercer mayor centro de objetos de lujo de Europa, después de París y Londres. El fin de las Guerras Napoleónicas y el establecimiento del nuevo orden europeo en el llamado «Congreso de Viena» (1841-15) conllevó un boom económico. Las sedas de «Seidengrund» (la empresa de seda situada en el distrito de Neubau), la porcelana pintada y el cristal pintado con nuevas y más desarrolladas técnicas fueron los mayores éxitos de la artesanía vienesa. Viena, siendo la capital del Imperio y cuna y residencia de los Habsburgo, dedicaba su tiempo y esfuerzo en practicar pequeños pasatiempos tales como bailes o fiestas.
En esa época fue cuando la vida musical y teatral empezó a estar en auge. A su vez, la sociedad burguesa imitaba a la realeza en sus salones privados. Así, la decoración interior cobró muchísima importancia ya fuera en la corte, en las casas de la aristocrácia o en las de los burgueses y la clase media.
Así que ya sabéis de donde viene y cuando se forjó la típica imagen de Viena, su imagen de lujo, bailes y majestuosidad.
Muy bueno pero poca historia