La Kristallnacht o Reichskristallnacht, la Noche de los cristales rotos, fue la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Durante esas horas pasaron unos de los acontecimientos más tristes de la historia de Europa: hubo una explosión de violencia contra los judíos de Austria y Alemania y fue el inicio del Holocausto.
Ya se ha hablado mucho de este suceso, pero nunca está de más recordarlo, para no olvidarlo.
La excusa con la que los nazis empezaron este atque antisemita fue el asesinato de un funcionario alemán llamado Von Rath en París a manos de un adolescente judío. Pero, en realidad, el ataque nunca fue espontáneo: Joseph Goebbels, el ministro de propaganda alemán, ya había organizado los pogromos desde hacía tiempo.
Las SS y muchísimos ciudadanos de a pie quemaron 1.574 sinagogas, destrozaron más de 7.000 comercios de judíos, asesinaron a 91 personas judías y saquearon cementerios, hospitales, escuelas y hogares judíos mientras la policía y los bomberos se mantenían al margen.
A esta noche se la llamó la Noche de los cristales rotos por la cantidad de cristales de escaparates de tiendas judías que quedaron por las calles.
A la mañana siguiente se detuvo a 30.000 personas por el hecho de ser judías y se las mandó a diferentes campos de concentración. A otras 20.000, los judíos de origen polaco, se los secuestró y deportó a Polonia, pero allí el gobierno polaco no quiso admitirlos, dejándolos en la frontera, en tierra de nadie. Las personas que quedaron en las ciudades fueron encarceladas o se las dejó en la calle pero prohibiéndoles reabrir sus negocios, se les impuso un toque de queda y los niños fueron expulsados de las escuelas.
También fueron forzados a pagar una multa colectiva de mil millones de marcos al gobierno nazi.
Estos hechos ocurrieron en decenas de ciudades alemanas y austríacas. Miles de casas fueron destruídas a golpe de maza e incendiadas y miles de personas resultaron heridas o asesinadas.
Concretamente en Viena, 94 de las 95 sinagogas de la ciudad fueron destruídas y mucha gente fue deportada o asesinada sólo por el hecho de «parecer judíos», aunque no lo fueran.
Por desgracia, la Noche de los Cristales Rotos representa lo peor que puede hacer el ser humano. Y con ella empezó el Holocausto, la política del III Reich del exterminio de la raza judía.
Y si una cosa hay que destacar de Viena, es que aquí no lo olvidan.
En muchas calles, delante de los portales, hay placas como estas en el suelo. Son los nombres de todas las personas de ese edificio que fueron deportadas, asesinadas o llevadas a campos de concentración tanto la Noche de los cristales rotos como durante el transcurso de la Guerra. Y, por desgracia, si miras al suelo, por Viena te encuentras muchas placas de estas. Y todas llevan escrito, al final, Erinner für die Zukunft, que en español significa, Recordar para el futuro.
Hola!genial tu blog., he venido a Viena recientemente y me está ayudando mucho leerlo. Mañana toca subida a Kahlenberg!
Saludos.
Gracias Teresa!
Me alegra que te guste el blog! Espero que hayas disfrutado con tu excursión a Kahlenberg!
Un saludo
Preparo viaje a Budapest y Viena para julio.
¡Que suerte encontrar tu blog!
Gracias.
Besazo