Viena es una ciudad que ha quedado extremadamente marcada por la Segunda Guerra Mundial. Por lo que me cuentan, en clase hablan largo y tendido sobre ella, y no sólo en clase de historia, sino en general. Los niños crecen muy concienciados de lo que pasó, y eso se refleja en los adultos, en su manera de hablar y de vivir. También se ve la huella de la Guerra en los edificios, la mayoría de ellos reconstruídos después de haber sido víctimas de bombardeos e incendios. Las estatuas y monumentos conmemorativos a los judíos, a los polacos, a los soldados y en general a todas las víctimas del nazismo están por toda la ciudad. En fin, pasear por Viena es respirar un poquito de la parte más triste de la historia de Europa. Venir aquí es obligado sólo por ver y aprender sobre lo que pasó, en el mismo escenario en el que pasó.
Pero en este post os quiero hablar del período que vino justo después de la Guerra, cuando la cuidad quedó ocupada y dividida en 4 partes. Es muy interesante ver que partes estaban ocupadas por que países. Tanto Viena como el resto del país quedaron divididos en 4 zonas administrativas.
Durante las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, las tropas aliadas ocuparon la totalidad de Austria: la Rusia soviética ocupó Viena, Baja Austria, Burgenland y gran parte de Estiria; Estados Unidos ocuparon Alta Austria, las provincias de Salzburgo y el Tirol; los franceses tomaron Vorarlberg y Gran Bretaña ocupó Carintia, Estiria y el Tirol Oriental.
Inicialmente los ejércitos de ocupación contaron con 700.000 hombres, pero al final de la ocupación, en 1955, las potencias occidentales se redujeron a alrededor de 20.000 hombres.
En Viena, el centro de la ciudad (el primer distrito) fue puesto bajo el control conjunto de las cuatro potencias, como en Berlín. El resto de los distritos fueron divididos de la siguiente manera: los soviéticos tomaron los distritos 2, 4, 10, 20 y 21; los americanos el 7, 8, 9 , 17, 18 y 19; los británicos el 3, 5, 11, 12 y 13 y los franceses ocuparon el 6, 14, 15 y el 16.
Así pues, en agosto de 1945 las potencias occidentales tomaron el control de sus zonas respectivas de Viena y constituyeron, el 11 de septiembre, el Consejo Aliado, formado por los cuatro comandantes en jefe (más tarde estos serían los embajadores) los cuales tenían el poder supremo de decisión. Se reunían una vez al mes en Viena, y aplicaban la presidencia rotativa. Este nuevo gobierno convocó elecciones generales en noviembre de 1945 y Karl Renner fue elegido Presidente de la República, proclamando la Segunda República Austríaca, la cual sigue vigente hoy en día.
Esta división del país se mantuvo hasta el Tratado del Estado Austriaco (Staatsvertrag en alemán) el cual entró en vigor el 27 de julio de 1955. El Staatsvertrag fue el tratado de paz que consideró a Austria como víctima del nazismo y declaró nulo el Anschluss (la unión) con Alemania. El tratado dictó que Austria sería un Estado soberano, independiente y democrático, el cual se convertía en un país neutral y al que se le prohibían los tratados militares. También se le prohibía la unión con Alemania y la restauración de los Habsburgo, así como se garantizó los derechos de las minorías eslavas. El tratado entró en vigor el 27 de julio y el 25 de octubre las últimas tropas extranjeras abandonaron Austria, dejando a cargo del país a la recién creada República, dotada de gobierno propio y una nueva Constitución.