Los calentadores de bolsillos son un invento que solo se usa en países muy fríos. Hasta que no llegué a Viena no descubrí esta extraña «bolsa» de plástico duro que la gente se pone en los bolsillos para calentarse las manos cuando va por la calle. Está rellena de un líquido espeso, el cual se calienta presionando una pastilla de metal que hay en su interior. Así, este líquido se vuelve sólido y muy caliente, lo que hace que se convierta en una mini estufa en tu bolsillo o donde lo quieras llevar. Para los siguientes usos, hay que hervir agua y dejarlo dentro de esta unos 10 minutos (cómo véis en la foto) y ya estará listo para usarlo otra vez. El calor dura unos 30 minutos.
Se venden en diferentes formas, casi siempre «divertidas», como estas braguitas, y son muy populares sobretodo entre la gente que trabaja en la calle (vendedores de comida ambulante, carteros, etc.). En Viena, en invierno, los encontraréis en todas las tiendas.