A finales del siglo XIX apareció una escuela de pensamiento sobre historia del arte en la Universidad de Viena que sería my importante en el estudio de la historia del arte universal. Se le llamó Escuela de Viena de Historia del Arte (Wiener Schule der Kunstgeschichte) y se caracterizó por su intención de rescatar del olvido periodos despreciados u olvidados de la historia del arte. Sus principales integrantes fueron Alois Riegl (1858-1905) y Franz Wickhoff (1853-1909), ambos discípulos del historiador Moritz Thausing (1838-1884). No eran un grupo cerrado, sino más bien el inicio de una corriente intelectual que marcó elementos fundamentales para la historia del arte moderno. Escribieron extensamente sobre el arte de la Antigüedad tardía, que hasta ese momento había sido considerado un periodo de decadencia del ideal clásico y contribuyeron a la revalorización del Barroco.
Otro aspecto importante de la Escuela de Viena es que Riegl introdujo el concepto de Kunstwollen, palabra alemana que se traduciría como “voluntad de arte». La Kunstwollen era la idea de que el arte o la obra de arte tiene una intencionalidad por sí misma, es decir, el autor la crea con una intención pero luego su desarrollo está fuera del control del propio autor. La obra de arte pasa a tener una fuerza por sí misma y un desarrollo impredecible, estando siempre en constante cambio. Mediante la introducción de este concepto, Riegl estaba criticando duramente la estética materialista de su época y el concepto de Kunstwollen fue ampliamente discutido tanto por historiadores como por los estudiosos de la literatura de la época.
La siguiente generación de profesores vieneses fue denominada como Segunda Escuela de Viena o Nueva escuela de Viena, y sus principales representantes fueron Max Dvořák, Josef Strzygowski o Hans Sedlmayr entre otros. Todos ellos, ya en el siglo XX, siguieron con las ideas de la primera Escuela de Viena y empezaron a rechazar el minucioso estudio de la iconografía, el patrocinio y otras aproximaciones que se fundaban en el contexto histórico del arte, prefiriendo concentrarse en las cualidades estéticas de las obras de arte.
Cómo curiosidad, deciros que uno de los estudiantes de esta Segunda Escuela de Viena fue el famosísimo historiador Ernst Gombrich, el autor de, para mí, el mejor libro sobre historia del arte. Su «Historia del Arte», publicado por primera vez en 1950 es considerado uno de los mejores resúmenes de la historia mundial del arte. Si os interesa este tema, os recomiendo encarecidamente este libro.