El Stadtpark es uno de los pulmones de la ciudad de Viena, un parque de 65.000m2 en pleno centro de la ciudad, entre el distrito 1 y el 3. Muchos turistas van a pasear por el parque para ver la estátua de Johann Strauss, creada por Helmut Hellmer en 1921, pero el Stadtpark es mucho más que eso. El «parque de la ciudad» (Stadtpark, en español) es un recinto enorme, muy bien cuidado, en el que hay zonas llenas de flores de muchos colores, un lago con patos, cisnes y pavos reales que corren a sus anchas por ahí (no están en jaulas ni en espacios especiales), una parte del canal del Danubio (dónde se grabó parte de la película El tercer hombre), parques infantiles, el Kursalon (una sala de conciertos y restaurante), el Kurpavillon (dónde antes se solía servir agua con propiedades curativas), un campito de fútbol y, sobretodo, muchos árboles y césped en el que tomar el sol en primavera y verano.
De hecho, lo que más me sorprendió del Stadtpark y de los parques de Viena en general, es la desinhibición con la que se mueve la gente por ellos. Las chicas, a la que el sol brilla mínimamente, se van al parque, se quitan la camiseta y los pantalones, y se ponen en bragas y sujetador a tomar el sol. Las más previsoras, llevan el bikini puesto. Así pues, tu vas andando tranquilamente por la ciudad y te encuentras a chicas en ropa interior tostándose al sol. Esto me sorprendió muchísimo, porque no estamos hablando de parques apartados del nucleo urbano, sino que están en medio de la ciudad.
Pero a parte de los pavos reales y las chicas en bikini, el Stadtpark es un lugar bello por sus puentes, sus glorietas, sus estátuas, sus monumentos y, sobretodo, por su naturaleza. Para llegar, nada más fácil que coger la línea U4 de metro y bajaros en la estación Stadtpark.